Eternity mingled with the sea

Madee

Referencia: BC.364
Fecha de lanzamiento : 15 de Enero de 2021
Formato: LP, Digital

MADEE O EL EMO MADURO
No hay otro lugar mejor para reunirse con Madee que en Cabrils, donde algunos de sus componentes se tenían vistos desde los tiempos del cole. Y no hay espacio mejor, en concreto, que Can Rin, el restaurante de Pep Masiques (bajo) y centro de operaciones del grupo desde años ya.
Antes de Madee, me explica Ramón Rodríguez (voz, guitarra), fueron Madison. Y antes de Madison fueron Danger Zone, en homenaje al tema de Ramones, no al de “Top Gun”. “Eso molaría más”, admite Ramón. También hubo por ahí en medio un grupo de versiones, The Submarines, con el que el futuro cantante de Madee trató de ejercitar un amplio espectro vocal.
Los últimos Madee son casi los mismos del principio: además de los nombres citados, están Adam Vives y Capi a las guitarras y Marc Prats a los teclados. El batería Lluís Cots ha sido sustituido por un discípulo suyo, Antonio Postius (de Mourn), la mitad de viejo que todos nosotros, pero con el doble de referencias culturales. Adam lo llama “la versión 2.0 de Lluís”.

“Fugazi más The Cure”
Cuando lo conocimos, a principios de siglo (suena lejano y lo es), el grupo basculaba con pericia entre emo y pop épico, equidistante de Sunny Day Real Estate y U2. Ramón apunta otras referencias: “En su época, yo veía eso del emo como Fugazi más The Cure. Juntar esas dos cosas. Yo lo veía un poco así”. Ensoñadores en “Songs from Cydonia” (2002), algo más abruptos y ariscos en “Secret Chamber” (2003), encontraron su mejor equilibrio entre tensión y melancolía, y sus mejores palabras, en el clásico “Orion’s Belt” (2004), del que el año pasado publicaron una edición digital de 15º aniversario con el añadido de todas las demos, algún cover y una versión primitiva de “Fallen Heroes”.
“Para mí ese disco es la síntesis”, dice Ramón. “Ahí conseguimos sonar más a nosotros. Hasta que no entró [el ingeniero] Santi García en la ecuación, no empezamos a tocar de forma más personal. A mí supo sacarme de mi zona de comfort y decirme que podía hacerlo mejor”.
Después llegó “L’Antarctica”, un disco muy distinto en diseño a los anteriores, lejos de la ensoñación del arte de Anna Gallés, pero en realidad no tan rupturista a nivel de sonido. Hay cosas que antes no estaban, como arreglos de viento o coros femeninos, pero “suena a Madee”, concluye Adam. Y un poco a lo que Ramón ofrecería poco después como The New Raemon: “Por el lado de la sencillez a nivel melódico”, dice el implicado. “Grabé la maqueta de ‘La cafetera’ en un descanso durante la grabación de ese disco”.
Si Madee abrieron paréntesis en el 2011 (o, qué diablos, lo dejaron), no fue tanto por las nuevas obligaciones de Ramón como por el cansancio de Lluís, quien quería concentrarse en la producción y el diseño de sonido. Si renacieron en el 2014, fue en principio porque Pep quería volver: “Una vez has tocado, eso deja huella… Es difícil renunciar a eso”. Lluís dijo que sí, grabaron el fantástico single “Age of ruin” y empezaron a hacer otros temas. Lluís dijo que no. “Me estáis liando”, fueron un poco sus palabras.

Emo de mediana edad
Flash-forward a otoño del 2020, cuando Madee se preparan para publicar “Eternity mingled with the sea”, nuevo álbum (primero en casi década y media) con el material del reciente EP “Under the sun” y algunos temas adicionales. El repertorio sigue la línea de “Age of Ruin”, es decir, es un poco lo que podríamos llamar “emo de mediana edad”, o “emo maduro”. Como Joan Of Arc, American Football o Jeremy Enigk, Madee son fieles a su identidad sin desdeñar la clarividencia y la serenidad que pueden dar los años. (Ramón): “La fuerza es la misma, pero la canalizas por otro sitio”. (Antonio): “Y te lo tomas con más calma, porque no te estás exigiendo lo que te exigías en aquellos años”. (Pep): “La intensidad está más contenida, pero sí que está”.
Entre los temas aún por conocer, destacan sorpresas como “Blanchard Avenue Blues”, composición de Pep Masiques con teclados de new wave ochentera, o “Night of the new moon”, de una interesante tensión contenida. “Para el nuevo álbum hemos colaborado más que nunca entre nosotros, pero a distancia”, me señala ahora Ramón. “Cada canción es producto de partir de otros lugares. Hemos quedado tan satisfechos con los nuevos temas que ya estamos trabajando en otros”. Esa distancia del confinamiento se evidencia en “Room 205”, sobre observar la vida suceder desde una ventana. (Ramón): “La interpretación vocal, un poco arrastrada, tiene mucho de esa sensación de no poder salir de la habitación”.

Proceso de crecimiento
A nivel lírico, las letras de esos nuevos aluden también a la madurez, como ya lo hacía la fantástica “The way home”, aquí recuperada. Según las palabras sabias de Mark Swanson, su letrista desde “Age of ruin”, la madurez es entender que “hay que vivir lo mejor que se pueda y hacer las cosas con cariño y evitar todo lo que te cause dolor y tristeza”.
En “The metamorphosis”, Swanson escribe sobre sí mismo y su proceso personal de crecimiento, con el que, por otro lado, casi todos los Madee se pueden identificar. Señala Ramón: “Estamos todos en un punto similar, porque excepto Antonio Postius, todos tenemos edades similares.
¿Con la madurez llega la comprensión, o simplemente empiezas a entender que la duda será permanente? “Te das cuenta –dice Ramón– de que no hay grandes cosas, todo es mucho más simple. Lo mejor es intentar disfrutar un pequeño rato todos los días, a veces es tan sencillo como disponer de una hora para leer o hacer algo que te guste”. Por ejemplo, volver a disfrutar y conectar con las nuevas canciones de Madee, grupo que ha sabido transformar la madurez en algo complejo e interesante, que no apoltronado ni cansado. Tenerlos de vuelta es casi una vida extra.

Texto: Juan Manuel Freire

Videoclip