Último Resorte: Silvia

Raíces

La música es una cosa que siempre me ha gustado. En casa, con cuatro años, jugaba a disfrazarme y escuchaba The Beatles o Tom Jones. Luego empecé a escuchar rock duro y rock català y fui a festivales como el Canet Rock. También trabajé de disc jockey suplente en el Magic, que no cerraba nunca. Podías entrar un lunes y salir al lunes siguiente. Comías allí, te drogabas, follabas, bebías… Podías hacer de todo, era fabuloso.

En el ‘77 mi madre me propuso que hiciera un viaje y me fui a Londres. Allí coincidí con la explosión punk y tuve la oportunidad de ver a los Lurkers, Generation X, Rezillos, Vibrators, etc. También pude ver a The Jam, que eran mods, pero que en aquel momento, como todos, se englobaban en la New Wave. Me impresionaron muchísimo. Volví a Barcelona y puse un anuncio en una revista para montar una banda de chicas. La primera persona que contactó conmigo fue la Magda, que más tarde tuvo un programa en Radio Pica que se llamaba La Noche de los Zombies. Pero finalmente ese proyecto no cuajó.

Un día estaba en una discoteca que se llamaba El Sótano situada en la plaza Calvo Sotelo de Sant Boi, y conocí a dos punkis muy punkis de esa ciudad. Eran el Juanito y el Manolo, y como éramos todos muy punkies me enrollé con los dos a la vez. Íbamos los tres juntos a todas partes. Finalmente me decidí por Juanito y le dije que me gustaría montar una banda. Le compré un bajo que aún conserva y con el que también tocó en GRB.

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Peter, Rosa, Strong y Silvia.

Último Resorte

Yo ya había escrito Peligro social, que hablaba de los jóvenes, y tenía a medias la melodía con una guitarra. Después se la enseñé a Juanito y puso el bajo. Es la primera canción que compusimos con Último Resorte. Todavía no tenía muy claro lo que era el punk y de qué podían hablar las canciones punk. Tenían que hablar de los jóvenes, pero ¿qué más podía contar? Cogí todos mis discos y empecé a buscar frases entre sus letras que me llamaran la atención. Hice una especie de collage y salió Cementerio caliente. Las ideas no estaban definidas, era más una actitud. Necesitábamos palabras que impactaran, como ‘anarquía’, ‘anticristo’… Necesitábamos cosas chocantes. El punk es la lucha continua para que el planeta no se convierta en el mundo que describe George Orwell en su libro 1984.

Buscamos más amigos para incorporar a la banda y encontramos a Miguel y a Tomy de Sant Boi, que era una ciudad súper avanzada a su tiempo. Era la cuna de los freakies del Baix Llobregat. Empezamos ensayando en una fábrica modernista de la Colonia Güell y acabamos en los locales de Sant Ramon en L’Hospitalet, en la calle Rius i Carrió, en un edificio grande donde también se organizaban algunos conciertos de punk como los de Attak, Disturbio, etc.

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Silvia de Último Resorte (Archivo Silvia)

La gente de Flor y Nata Records se puso en contacto con nosotros. Ernest era un tío muy listo y nos manipulaba en beneficio de todos. Nosotros buscábamos tener mala fama para crear más expectación a nuestro alrededor, así que él nos decía que éste o el otro famosillo de turno estaba hablando mal de nosotros, aunque fuera mentira, para que nosotros montáramos la bulla y nuestro nombre apareciera en la prensa. Nos buscaron una actuación en Madrid y estuvimos promocionando nuestro disco allí. La actuación fue un caos, la prensa nos acusó de provocadores porque yo no llevaba sujetador, pero lo que ocurrió realmente es que alguien me quitó el micro y al intentar recuperarlo la gente me empujó y me tiró al suelo. Entonces la gente empezó a tirar de mi ropa por todos los lados, me arrancaron la camiseta y me quedé con las tetas al aire. Es curioso, porque todos eran muy punkis y se podía hacer cualquier cosa, pero la moralidad dentro del punk era intocable. Los punks tenían una falsa moral, no podías enseñar una teta o provocar porque te tachaban de cualquier cosa. En aquellos momentos teníamos buena relación con Alaska, Ana Curra, etc. Pero todo se fue al garete por unas declaraciones que hice en una revista que decían: “Mis muñequeras son para pegar y las de Alaska son de adorno”. A nivel de fanzines estábamos muy bien considerados e incluso alguna revista como Vibraciones nos hizo un artículo bastante amplio.

La grabación de nuestro maxi, comparada con la grabación del single, fue una maravilla. Nuestro primer single está lleno de errores, no sabíamos grabar y lo pusimos todo súper alto de volumen. El Peligro social lo tocamos tan rápido que luego no lo podía cantar, por eso lo acabó cantando el Strong; pero, si te fijas, no dice las frases enteras.

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Último Resorte en la Estación del Norte cuando estaba abandonada (Archivo Strong)

Del punk al hardcore

El hardcore tuvo un día decisivo en Barcelona y fue la actuación de los MDC. Es la verdad. En la prueba de sonido ya estaban regalando singles, simulaban peleas de película con los roadies que les acompañaban, llevaban skateboards que no sabíamos ni lo que eran, y sus seguidores se sabían las letras de pe a pa. Además eran vegetarianos e iban todo el día comiendo verduras crudas. El primer choque cultural fueron las hamburguesas que les habían preparado para cenar en el Fantástico. Evidentemente, no cenaron. El batería era como uno de jazz aceleradísimo, y sonaban a algo que no habíamos escuchado nunca. El volumen era brutal y los bafles vibraban. El bajista, que era mexicano, entre canción y canción lanzaba mensajes políticos contra las multinacionales, las torturas, Reagan, etc.

A partir de aquel día los Ramones desaparecieron del mundo punk en Barcelona. Se abrió un infierno, una nueva puerta. Además, los MDC en su gira europea contactaron con los Crass, y causaron este mismo efecto en Holanda, Italia y casi toda Europa.

El hardcore me descolocó totalmente y coincidió con la entrada en Último Resorte de Marc Vilaplana, que ya tenía una manera de tocar la guitarra mucho más hardcore que Strong. Yo era muy punky y no entendía el hardcore. Me gustaba la velocidad, pero los conceptos como “estar concienciado”, “estar preocupado por el devenir del mundo”, “sentir dolor”, etc. me hacían daño, y ese fue el punto de inflexión para disolver la banda. La última canción que estábamos haciendo con Último Resorte fue Soy, que es una de las primeras canciones de GRB.

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Rosa y Silvia en el estudio durante la grabación del maxi (Archivo Strong)

Drogas

Nuestra droga era la anfetamina. Cada día antes de empezar un ensayo nos íbamos a la farmacia y pillábamos Bustaid y Maxibamatos. Evidentemente necesitabas receta, pero entonces era fácil falsificarla. Íbamos colocadísimos, lo mínimo que nos metíamos eran diez pastillas de Bustaid al día…

Creo que Último Resorte no solo empezó a acelerar los temas porque en Londres el punk se estaba acelerando, sino porque nos entraba mucha prisa con las anfetas. Yo tenía claro que el jaco era peligroso y que no tenía que probarlo. Ni cocaína ni jaco, pero sí LSD. Nunca me sentó bien y sólo en contadas ocasiones me divertí. Me ponía muy paranoica, pero tuve unas alucinaciones bestiales. Valían mucho la pena, te hacían pensar que el mundo era diferente. Finalmente el gobierno prohibió la venta de fármacos sin receta específica para estimulantes, así que conseguir anfetas se convirtió básicamente en una misión imposible y empezamos a dejar de utilizarlas para los ensayos.

En medio de todo esto tuve un break muy heavy a nivel mental. Mi cabeza dijo basta y me internaron durante una temporada en el hospital. Cuando salí, una nueva droga estaba en circulación: el speed. Yo no sabía realmente lo que era y me enganché a él a través de un amigo. Con el tiempo he ido dejando drogas como los porros. No me costó dejarlos, aunque reconozco que me facilitaban estar entre la gente, ya que yo tenía muchos problemas de comunicación. También he dejado el tabaco. Ahora estoy dejando el speed. La droga es peligrosa según abuses. Lo difícil es saber decir no.

Fotografía de portada: Silvia Escario. (Archivo Strong)

Extraído de Harto de todo: Historia oral del punk en la ciudad de Barcelona 1979-1987 de VV. AA. (BCore, 2011)


Habla Silvia Escario, nacida en 1957 (Barrio de Gràcia)

Último Resorte fueron el espejo de lo que estaba sucediendo en Londres en 1977, auténticos pioneros del sonido punk que nos llegaba de Inglaterra.

Liderados por su cantante Silvia, supieron añadir a su música y directos el plus de la provocación, cosa que les causó muchísimas críticas en una España en plena transición y con una mentalidad todavía bastante arraigada al sexismo, incluso dentro de la propia escena.