Sibyl Vane

Después de verlas durante meses y meses en todos los conciertos habidos y por haber, todos nos preguntábamos quiénes eran esas tres chicas, menudas y risueñas, que nunca fallaban a la cita. Y, a pesar de que pudieran parecer tres angelitos inocentes, descubrimos que nos podían hablar de rock and roll con un conocimiento de causa pasmoso. Fans declaradas del sonido Riot Grrrl, de Sleater-kinney o Bikini Kill, pero también del pop indie de toda la vida (su primer hit reconocido fue la versión de Gigantic de Pixies), se pusieron las pilas sin complejos y, asumiendo sus limitaciones técnicas (que muchos tienen, pero pretenden no tener…), decidieron formar su propio grupo y pasarlo tan bien como sus ídolos hacían. Así, en 2003, Luciana (bajo y voz), Rocío (batería) y Padi (guitarra y voz) formaron Sibyl Vane en un abrir y cerrar de ojos y empezaron a tocar aquí y allí. Poco a poco fueron dándose cuenta de que lo que tenían entre manos tenía mucho más valor del que ellas mismas pensaban, puesto que les permitía expresarse con toda libertad, libertad que en este mundo regentado todavía fundamentalmente por hombres, no era fácil conseguir. Enfrentándose frontalmente y guitarrra en mano con todo aquél que atribuía su mérito exclusivamente a su condición de chicas, decidieron que, a partir de entonces, ellas ponían las reglas, y que los otros pusieran la testosterona; que si alguien iba a sus conciertos para ver sus cuerpos contornearse, era tan bienvenido como quien va a ver contornearse cualquier músico masculino. Pero, más allá de eso, la virtud principal de Sibyl Vane es, por encima de todo, su innegable talento para crear verdaderos himnos, conjunciones de melodías y letras que golpean el tímpano a la pimera, pongamos a medio camino entre The Breeders y Le Tigre, divertidas y contagiosas. Y así, sobradas de actitud y de gracia, se plantaron para grabar su disco de debut Mermelada de tomate en los estudios Cydonia con Lluis Cots, y dejaron en manos de Santi Garcia las mezclas, para acabar facturando un debut tan fresco, falto de complejos, subversivo y luminoso que llegó con facilidad a las listas de lo mejor del año (2004 en su caso) de la prensa especializada. Ahora, tras agotarse la primera edición en un tiempo record, se reedita este disco que en su día produjo Cydonia Records con tres canciones totalmente nuevas y recién grabadas en los estudios de Jens Neumaier de 12Twelve, más una pista de video que nos las muestra tal como son: encantadoras, descaradas aunque deliciosamente educadas y con más rock and roll en las venas que un camión con 100 hombretones dentro.