Les Philippes

Son numerosas las variables que confluyen a la hora de hablar de Les Philippes; si nos ponemos las gafas que ven las cosas segun su ubicación en el tiempo, está claro que Les Philippes no forman parte del moderneo bailongo de raíz ochentera que tanto se lleva ahora; también está claro que tienen poco que ver con el revival pseudo-rockero que llena los locales nocturnos de chupas de cuero negro menos gastadas que un traje de comunión; ni con géneros como el punk, hardcore, emo y similares de gran parte de sus coétáneos y amigos. Diremos, pues, que Les Philippes son un grupo anacrónico? Mmm… no creemos que les quite el sueño. Pero sigamos con otras gafas, las que analizan el factor idiomático. Empezaron en inglés en su aclamado debut Philantropic Philantropy (2003) para cambiar al castellano en la mitad de las canciones de su segundo trabajo: Les Philippes & The Empty Characters (2005) y rendirse finalmente a la locuacidad que les da el castellano en Odisea Ultramarina (2008) Diremos, pues, que Les Philippes son un grupo políglota? Suponemos que sí, como la mayoría de gente que habita este país. Si, finalmente, nos ponemos las gafas que identifican el estilo musical, daremos con una realidad inapelable que da razón de ser a las otras consideraciones: Les Philippes son un grupo, simple y llanamente, de pop clásico. Clásico porque rehuye las consideraciones estético-culturales que acompañan normalmente un grupo de pop, para centrarse únicamente en el discurso musical, como hacían los grupos en las épocas anteriores a la explotación tendenciera del pop-rock. Como los grupos de los sesenta, los de pop como los Beatles o los Beach Boys, o los artistas de folk, de Dylan a Donovan. Todos ellos antiguos, de acuerdo; pero todos ellos reconocidos artesanos de la belleza pop. Como nuestros Philippes, quienes echando mano con acierto de la psicodelia (Tomorrow-cuyo miembro Mark P. Wirtz produjo su álbum de debut-) y del rock urbano americano un poco más reciente (The Smithereens) nos obsequian con unos cortes elaborados, adultos, armados de una clase fuera de dudas, de un buen gusto excepcional, de unos textos cada vez más comprensibles y reveladores y utilizando sus cuatro voces para dar brillo a unas composiciones impecables.