It’s Not Not

Un buen día cuatro amigotes deciden quedar para tocar un rato en el local. Y al poco tiempo se dan cuenta de que la cosa funciona, de que se sienten a gusto dando rienda suelta a su imaginación en común. Como se conocen de hace tiempo y la confianza da asco, tienden a tomarse a ellos mismos como chiflados armados de guitarras más que como artistas concienzudos, y esa falta de presión es la que convierte ese desvarío inicial en algo mucho más rico artísticamente de lo que ellos jamás habían pretendido. Moraleja: el arte no se busca sino que se encuentra. Y, de este modo, empiezan a salir las canciones, que rápidamente se convierten en un debut extraordinario: Giving everything!, o sea, dándolo todo, grito de guerra que les hace encerrar cualquier complejo en un cajón y salir a los escenarios con la actitud que debe tener un grupo de sus características: la de pasarlo bien, liarla cuando se pueda y que nos quiten lo bailao. Giras por Europa y la edición de su debut en Alemania e Italia constatan que son un grupo mucho más serio de lo que ellos mismos pensaban, y de este modo, con muy buenos modales y elegancia, vuelven a reírse de si mismos titulando a su segundo disco No time for jokes, traducción libre de su segundo grito de guerra: se acabó la broma. Lleno de buenas canciones y de un groove contagioso, It’s not not ya no dejan lugar a dudas de su inmensa clase. Porque hay que ser muy bueno para no tener miedo a nada cuando se está sobre un escenario, y más bueno todavía para hacer unos temazos tan desacomplejados y libres como los suyos. El rock and roll no está hecho para los tímidos ni para los cobardes, y ellos te lo susurran al oído mientras te roban la cartera. Geniales.