Entrevista: El asunto heavy, cuando Juanjo Sáez era hijo del metal

Dar un repaso a tu propia adolescencia, ayuda a cualquiera. Suele ser divertido comentar con algún colega de insti lo gilipollas que erais,  lo bien que lo pasabais o los traumas que aún compartís de esos días de pus y bocadillos de mortadela. El ilustrador Juanjo Sáez y yo no íbamos al mismo instituto. Aunque hubiera sido así, no hubiéramos coincidido en la misma clase a no ser que  él hubiera practicado el deporte de repetir curso compulsivamente durante casi 20 años para encontrarme. De todas formas, quiero y voy a disfrutar de sus historias teenagers porque sé que el ilustrador de La Sagrera tuvo unos años mozos que me quedan lejos y sobre los que tengo curiosidad. Heavy, a finales de los ochenta y en el barrio de la eterna estación del AVE ¿qué más quieres?

En pocos días (el 4 de febrero, para ser concretos) se estrena la nueva serie del dibujante, que precisamente trata de su greñuda pubertad. ‘Heavies tendres’ se emitirá en el Canal 33, tal y como lo hizo ‘Arròs Covat’, su título más reconocido que retrataba a su misma generación, pero ya entrada en los treinta. Ahora vuelve atrás y sin esconderse debajo de ningún nombre ficticio, el protagonista se llama ni más ni menos que Juanjo. Quienes quieran husmear en la Barcelona metalera preolímpica mediante los monigotes de Sáez que esperen al domingo. Ahora bien, los que quieran empezar con los spoilers inofensivos a través de una apasionada charla telefónica con el creador de pasado rockduril, pues adelante, continúen la lectura.

Han pasado los años, ya tienes 45 ¿Qué queda del heavy que eras?

Queda mi afición por la música y mi instinto o necesidad de ser libre y hacer lo que quiera.

¿Hasta dónde llega la fidelidad del metalero? ¿Puedes considerarte heavy aunque no lo escuches tanto?

Yo creo que sí, el qué ha sido heavy lo lleva siempre con él. El que de joven escuchaba esa música, de mayor lo sigue haciendo, pero supongo que eso le pasa a todo el mundo. Lo que escuchas cuando tienes 16 años te marca para toda la vida. Es como un bagaje emocional, es el punto de partida de una sensibilidad que se irá desarrollando con el tiempo y por eso cuando haces “remembers” te emocionas independientemente de que lo escucharas no fuera muy bueno.

Pero por lo que decías aquí, el heavy es tan fiel que nunca se avergüenza de sus gustos pasados. Es más, decías que al que lo es de verdad no hay metal que no le gusta, todo le chifla. Ese grado de convicción se da en pocas subculturas.

Es una de sus peculiaridades, ves gente mayor que siguen al pie del cañón que, para los que no hemos sido consecuentes a nivel estético, nos llega a chocar. Hay un grado de militancia que otras tribus urbanas no tienen, incluso en el hardcore la gente es más proclive a evolucionar.

Del hardcore no nos gustaba que no hicieran solos de guitarra, pensábamos que era muy cutre. Y sobre las letras nos daba bastante igual que fueran temas políticos o lo que sea, a nosotros lo que nos importaba era que saliera el demonio

¿Cómo veíais el hardcore entonces?

Recuerdo que la primera vez que oímos hardcore fue, en parte, gracias a Anna Ramos que estaba muy metida en el tema y pensamos que era como heavy mal tocado. Decíamos: “Estos tios podrían molar, pero no molan porque suena mal y está muy mal tocado”. No nos gustaba que no hicieran solos de guitarra, pensábamos que era muy cutre. Y sobre las letras nos daba bastante igual que fueran temas políticos o lo que sea, a nosotros lo que nos importaba era que saliera el demonio.

Esa obsesión por el virtuosismo evitaba que salieran más bandas del rollo ¿no? Si no sabías tocar, mejor no hacías tu grupo.

Para saber heavy había que tocar exageradamente bien, esa locura  virtuosa de mil notas por segundo no tenía nada que ver con el hardcore dónde había un espíritu libertario y revolucionario pero para nada virtuoso. En el fondo el hardcore era más adulto, pero nosotros entonces éramos chavales y conectábamos más con el mundo fantástico del metal.

Como ilustrador que eres y ya empezabas a ser entonces, supongo que la estética del rock duro era un aliciente importante para tus dibujos.

Si, el Eddie de Iron Maiden creo que fue lo primero que dibuje. Yo no dibujaba Son Gokus como los demás, yo dibujaba a Eddie. Las portadas de los Maiden fueron mis inicios, la mayoría de grupos de heavy utilizaban ilustraciones para sus discos, aunque los del heavy-glam eran más de fotos. Ahora que lo pienso, otra cosa que no nos gustaba del hardcore eran sus portadas, nos parecían muy feas [ríe].

Aun así, tu reconocible estilo no tiene nada que ver con el del metal.

Exacto, yo empecé con lo barroco, con los superhéroes y el virtuosismo y fui quitando y quitando capas hasta ahora que ya casi no hago nada.

¿Esos primeros garabatos podían tener alguna salida? Para decirlo de otra forma, ¿Había fanzines heavies donde enseñar tus creaciones?

No había, yo me metí de lleno en los fanzines cuando estábamos en la escena hardcore e indie y ya éramos un poco más mayores. En la Barcelona postolímpica vino una oleada de publicaciones underground importante. Para que te hagas una idea yo escuché heavy de octavo de EGB a tercero de BUP, o sea de los 13 a los 17.

Los heavies suelen ser gente inquieta que no ha renunciado a su parte creativa, infantil y fantástica y eso les honra porque son fieles a su universo, rebeldes a su manera. No han querido entrar en lo convencional, resisten ahí y eso me produce mucha admiración.

¿Cuál era el epicentro heavy de la Barcelona entonces?

Había un bar en la Plaza de Elche de La Sagrera que se llamaba Wawanko, ahí había muchos heavies y se organizaban viajes a conciertos en el extranjero. Si venían Judas Priest a Madrid, pues ellos ponían un autocar. La Plaza de Elche, en general estaba llena de heavies.  [se refiere a la Plaça dels Jardins d’Elx y el Wawanko continua existiendo pero en otra ubicación]

¿Qué conciertos recuerdas de esa época?

Para mí fueron míticos el de King Diamond, el de Manowar, y los del Monsters of Rock que creo que eran con Iron Maiden y Metallica. Los recuerdo muy ruidosos, pero lo que me molaba era el espectáculo porque la mayoría de grupos eran incapaces de hacer las birguerias que hacían en el estudio.

¿Qué te encontrabas en los espectáculos?

Me acuerdo que los Iron Maiden sacaban unos muñecos gigantes y había mucho fuego, en el de King Diamond el tio acababa metiéndose en un ataúd al que prendían fuego y de ahí caía hacía delante el esqueleto en llamas. Claro, tú ves eso cuando eres pequeño y pensabas que no había nada más grande, el nivel de impacto era brutal. Es que, si lo piensas, te das cuenta que el heavy es música para niños.

Aun así, los seguidores de esta “música infantil” no tienen porque ser infantiles. Otros adjetivos que definen bien a les metaleros son cultos, sensibles y matemáticos, no cuesta ver a heavies en puestos laborales cualificados.

De entrada son gente que lo que les mueve es la música, o sea una forma de cultura. Su vida está regida por el tocar o el escuchar y por una sensibilidad artística enorme, por absurda que pueda parecer. Suele ser gente  inquieta que no ha renunciado a su parte creativa, infantil y fantástica y eso les honra porque son fieles a su universo, rebeldes a su manera. No han querido entrar en lo convencional, resisten ahí y eso me produce mucha admiración.

¿Además de aficionados que han seguido su pasión con constancia y convicción, conoces casos de éxito de grupos de tu época y tu entorno que han seguido o de gente que se haya ganado la vida con el metal?

La escena que recuerdo era muy pequeña, me vienen a la cabeza los Legion o los Fuck off pero no muchos más. Antes hubo esos grupos de rock urbano y heavy como Baron Rojo y después de mi incursión salieron bandas como Sangtraït que no dejaban de ser un heavy-rock parecido al de Baron Rojo. Lo que yo me encontré es un universo muy fiel a los grandes tótems, con gente que a los grupos de aquí directamente los tenían como malos. No viví una efervescencia de la escena como si que he vivido en otros momentos.

Y sentimentalmente como iba ¿había chicas?

Que va, ese era otro drama. Uno de los motivos por los cuales evolucionamos hacia otras músicas. No había chicas, era una cosa testosterónica a más no poder. Pero bueno, aunque no les gustaran demasiado las baladas, eran igual de fieles con la música que con el amor, porque eran de los que tenían novia para siempre. Los roqueros, en general, son muy tradicionales.

Quería hablar del momento preolímpico porque parece que en Barcelona el año cero sea el 92 y que antes de las Olimpiadas no hubiera nada. Además, ubicar la serie en La Sagrera me apetecía porque pocas veces el barrio sirve de ubicación y aún menos veces los heavies son los protagonistas

¿Cuando surgió la idea de hacer ‘Heavies tendres’?

Pues justo después de hacer ‘Arròs Covat’, nos dieron la opción de hacer otra  serie pero acabamos muy quemados. Ya hacía tiempo que me rondaba por la cabeza hacer algo de mi adolescencia, pero en ese momento es cuando empezó a ser real. Luego Tv3 me propuso que montara mi propia productora y lo comenzamos a arrancar, pero claro hemos tardado 6 años en hacerla, ha sido muy costoso. Quería hablar del momento preolímpico porque parece que en Barcelona el año cero sea el 92 y que antes de las Olimpiadas no hubiera nada. Además, ubicar la serie en La Sagrera me apetecía porque pocas veces el barrio sirve de ubicación y aún menos veces los heavies son los protagonistas. ¡Era inédito!

¿Cómo ves La Sagrera? ¿Sigues ahí?

Es un barrio totalmente gris, nadie habla de La Sagrera. Yo sigo viviendo ahí, es tranquilo y de alguna forma sigue siendo barato. Siempre digo de marcharme y nunca lo hago, esta serie es un poco de homenaje al barrio.

¿En la Verneda de ‘Arròs Covat’ también tenías arraigo?

Lo más parecido a la Sagrera es la Verneda, pero en Arròs Covat no quería que fuera tan autobiográfico, aunque también lo era. Me gusta ponerme del lado de los que no tienen voz, en la Verneda no hay nada porque parece que no pase nada. Y en La Sagrera  solo pasa que están haciendo la estación del AVE y van muy lentos, tanto que no sé si es peor que la hagan o que no.

http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/estrena-el-4-de-febrer/trailer-heavies-tendres/video/5715734/


Marcel Pujols Codina (Vic, 1993)

Sabiendo que «la vocación no debe dispersarse en varias ambiciones y que el talento en estado puro exige ser polifacético» (Casavella dixit), va dando palos de ciego para ver si encuentra alguna de las dos. Escribe en sitios (Enderrock, El 9 Nou), toca en grupos (Power Burkas), está metido en meollos autogestionados (Espai Col·lectiu La Clota) hace de camarero y tiende al embobamiento. En su pasado reciente ha escrito en más sitios (Gent Normal, Nació Digital, Shook Down, El Punt Avui), ha tocado en más grupos (Tidal Waves, The Kebabs, Indra, Manguitus), ha ayudado con su sabiduría y sus dedos a la gente del sello Famèlic, ha trabajado en la indústria porcina y chocolatera de su comarca y ha mantenido con total dignidad su embobamiento. No está acostumbrado a presentar sus credenciales (no tiene Tinder) y le gustaría volver a hacer radio.