Entrevista a Isasa

Conozco a Conrado Isasa desde hace un montón de años. Ha dormido en mi casa y le he preparado tortillas. Es una persona humilde, trabajadora, sensible y despierta, que además, publica nuevo disco este viernes 25 de noviembre vía La Castanya. Al leer esta entrevista, os daréis cuenta de que además Conrado es un tipo generoso. El grupo en el que estaba antes –A Room With A View– era perfecto para post-hardcoretas intelectuales como nosotros; tanto citaban a SDRE como a Coltrane, me identificaba mucho con ese espíritu librepensador. Los vi muchas veces, casi tantas como a Aina o No More Lies. Recuerdo particularmente un concierto suyo en el Kogollo Festival en el que empezaron cada canción con una pequeña improvisación, algo que podría parecer una boutade pero que en el contexto de un Kogollo Festival -tocando a las dos de la mañana ante unas sesenta y tres personas- era toda una declaración de principios. Después perdimos el contacto unos años (the trumpet years) y ahora nos hemos vuelto a encontrar, gracias a La Castanya y a Glenn Jones. Otra vez lo he tenido en casa durmiendo y le he preparado tortillas otra vez (ahora me salen mucho mejor). Paz y permanencia, por muchos años.

Analizando la evolución que va desde Down For The Count hasta Isasa, pasando por A Room With A View uno se da cuenta de que es un camino que progresa claramente hacia la luz y la paz, ¿estás de acuerdo? 

Jajajaja…me alegro de que lo veas así. No lo había pensado hasta ahora. Supongo que ahora estoy menos enfadado con el mundo que cuando tenía veinte años. ¿Que cómo lo valoro? Una buena pregunta…y muy difícil de contestar. Down For The Count fue el primer grupo con el que salí a tocar fuera de Madrid y eso significó mucho para mí. En esa época conocimos a la gente de la escena hardcore de Barcelona como 24 Ideas o los primeros Standstill. La primera vez que tocamos DFTC en directo (aún no nos llamábamos así) fue teloneando a 24 Ideas en Madrid. La segunda vez que fuimos a Barcelona, ¡nos teloneó nada más y nada menos que Standtill! Fue su primer concierto y entonces era un proyecto que acaba de empezar Enric Montefusco. Hace poco hablando con Joan Colomo y Xavi García (Els Surfing Sirles, Joan Colomo…) me contaron que estuvieron en ese concierto con 14 años, jajaja… Que fueron desde Sant Celoni y que tuvieron que irse pitando al acabar, porque si no perdían el bus de vuelta a casa.

Todo esto fue a mediados de los años 90. También conocimos la escena de los fanzines, las okupas, las distris DIY, a Jordi B-Core, la gente de Sant Feliu y muchos otros… Cuento esto, porque todo ello fue fundamental para que luego A Room with a View consiguiera algo de proyección y no fuera un grupo que no sale de su barrio. Además, ahí se forjó mi relación musical con David, que era el batería de DFTC y luego lo sería de A Room With A View. Ése fue el germen para que luego surgiera A Room With View… Cada cosa dio paso a la siguiente. Si no hubiera existido A Room, yo no sé si estaría ahora tocando como Isasa. Soy consciente que con Isasa puedo salir a tocar con relativa facilidad (ojo, solo en algunos casos, que conseguir bolos no es fácil) porque me conocen de A Room With A View, al igual que muchos de los primeros bolos de A Room los conseguimos porque David y yo habíamos estado en DFTC. Y eso no desmerece ni una cosa ni la otra, sino que es recoger lo que has sembrado, por decirlo de alguna manera.

Si aún la gente tiene interés en verme tocar, y no me manda a freír espárragos por pesado después de veinte años, pues algo habrá en todo lo que he hecho que se podría decir que está bien. Contestando a tu pregunta: mi valoración es que me siento agradecido y afortunado por lo que me ha tocado vivir musicalmente.

¿Nos podrías explicar un poco qué estuviste haciendo todo el tiempo que pasó entre la separación de A Room y tus primeros bolos en solitario? Estuviste estudiando trompeta, ¿verdad? ¿En qué momento viste que tirarías hacia lo de la guitarra instrumental? 

Ya cuando estaba en A Room, yo estudiaba trompeta. De hecho en nuestras primeras grabaciones hay un par de temas en los que metí algún arreglo. Cuando A Room se acabó, yo me centré en la trompeta y abandoné la guitarra completamente (creo que estuve casi 6 años sin tocar ni una sola nota con la guitarra). Estuve tres años estudiando trompeta de Jazz en Holanda con intención de convertirme en músico profesional. Pero aquello no salió bien y me echaron de un par de conservatorios por falta de nivel. No tuve más remedio que aceptar que la trompeta no era lo mío. Fue duro, porque la trompeta era mi pasión y mi dedicación era total (estudiaba todos los días varias horas, algunas veces hasta 6 o 7 horas al día). No fue fácil encajar el golpe, todos mis planes se habían esfumado. Pero, aun así, fue una liberación. Tenía tiempo para dedicarle a otras cosas y ya no tenía que cargar con la frustración de estudiar mil horas y ver que no progresaba. Volví a Madrid y estuve un tiempo tocando con José A Room / Atomizador. Hicimos un dúo de improvisación de trompeta y voz que se llamaba Pulmón. Tampoco tuvo mucho recorrido la historia, pero dimos un par de conciertos y sacamos varias cintas en los comienzos de su sello Afeite al Perro. Cuando Pulmón hizo aguas, yo ya no tenía ningún tipo de motivación para seguir haciendo música. Estuve dos o tres años sin dedicarle ni un minuto a la guitarra o la trompeta. Necesitaba olvidarme. En el fondo me sentía un fracasado. Y aún así, eso tuvo algo de bueno, me olvídé de la música y me puse las pillas en estudiar una oposición que conseguí aprobar gracias a la disciplina de estudio que conseguí desarrollar con la trompeta.

Bueno, me estoy enrollando, voy al grano: la vuelta a la guitarra. Mientras estaba opositando, coincidió que Geoff Farina (uno de mis ídolos) vino tres veces a Madrid en menos de dos años. Un par con Glorytellers y otra con Chris Brokaw. En uno de esos conciertos, hablo de un músico que yo no había oído en la vida y tocó una versión suya. Se trataba de Mississippi John Hurt. Empecé a interesarme por él, y un día escuchando sus grabaciones para el Archivo de la Library of Congress, el cerebro me hizo click y tuve un flechazo con él. Eso me llevó sacar la guitarra del trastero y aprenderme alguno de sus temas, también otros de Geoff Farina… Pero todo para pasar el tiempo en casa, sin pretensiones, solo para recuperar el placer de tocar la guitarra. Con el tiempo, fui componiendo alguna cosa, pero no fue hasta que descubrí a Glenn Jones que decidí que iba a tocar en directo. Viendo un video suyo, me entraron los calores y comprendí que tenía que tocar en directo, que eso era lo que yo quería hacer y que ya no podía seguir negándolo. Y bueno, hago música instrumental porque soy el peor cantante que te puedas imaginar. Te lo podrá decir cualquier persona que me conozca un poco, jajaja.

Recuerdo haber leído una entrevista con Paco de Lucía, hace tiempo, en la que comentaba que durante muchos años de su vida pasaba unas ocho horas al día practicando. Me recordó a las míticas historias sobre los larguísimos ensayos de Black Flag. ¿Qué importancia le das al factor técnico o de “entrenamiento”? ¿Te costó mucho ganar soltura en este nuevo formato?

 Yo valoro mucho el tiempo que se le dedica al instrumento. Para mí es primordial. Echar horas es lo que te hace desarrollar una relación especial con tu instrumento. Desarrollar tu técnica va a ayudar a que salga la música que llevas dentro. Dicho esto, no todo es estudiar y estudiar. Escuchar música o ver a otros músicos en directo puede llegar a ser igual de importante. En directo puedes notar la presencia del músico, como se sienta o como mueve las manos, como respira…cantidad de detalles. Ver cien mil veces vídeos de Jack Rose o Glenn Jones a mí me ha servido de mucho. El mito del músico que toca bien sin estudiar o ensayar… En mi opinión no existe. En el Conservatorio he estado en contacto con músicos de música clásica y jazz y todos de han dejado los cuernos a estudiar. Dicen que Coltrane llegó a estudiar 24 horas seguidas una vez, imagínate. El tío ya era Dios y aun así seguía estudiando horas y horas. O como lo que dices de Paco de Lucía. ¡Y lo de Black Flag! Estudiar o ensayar no es sólo para los que van al Conservatorio.

Sí, me ha costado mucho tener algo de soltura. Todavía me queda mucho camino por recorrer, acabo de empezar en realidad. Me faltan muchas cosas por aprender. De momento, he conseguido aprender a no fustigarme por mis fallos o por pensar que debería progresar más rápido técnicamente. Eso ha sido importante para mí. Lo veo como saber disfrutar del camino en vez de estar preocupado por cuándo vas a llegar.

Me imagino que el cambio de pasar de tocar en una banda a hacerlo en solitario es bastante grande. ¿Cómo afrontas el rollo de girar/componer tú sólo, trabajar sin voces, practicar, etc..? ¿Cuáles son los aspectos positivos y los negativos?

Sí, es un cambio muy grande. Toda la responsabilidad recae en ti. Yo en general lo llevo bastante bien. Lo único que se me hace cuesta arriba, es cuando estoy metido de lleno en componer nuevos temas, ahí a veces echo de menos un poco la dinámica de grupo, que te digan “hey, eso mola mucho” o “eso no me convence”. Porque es difícil desligarte un poco de lo que haces para ver las cosas un poco en perspectiva y no caer en el error de pensar que todo es una mierda. Pero creo que es una batalla personal, porque yo tengo tendencia a tener demasiado en cuenta la opinión de los demás y no tanto la mía. Pero por lo demás, para mí hay muchas ventajas: viajar solo me encanta y no depender de los demás para salir a tocar o ponerme a ensayar me da mucha libertad. Tengo que decir, que cuando salgo a tocar últimamente, viene conmigo de conductor uno de mis mejores amigos. Está también muy bien que te acompañe alguien que ya te conoce y sabe de qué pie cojeas. Vamos, que disfruto mucho de las dos maneras, solo o acompañado, pero si es acompañado, siempre en petit comité.

Cuando escucho los discos de Fahey o Jack Rose, me pregunto cómo trabajaban el aspecto improvisatorio (a través de las influencias de los raggas orientales, etc). Tus canciones tienen un ambiente meditativo/contemplativo, pero también muy melódico. Estás interesado en acercarte a la improvisación o prefieres tener canciones más cerradas a nivel de composición?

En varios de mis temas, hay partes abiertas en las que improviso. Siempre de una manera muy melodía y modal (una sola escala sobre un acorde). Un ejemplo claro es el tema “El mar” del último disco. Las estructuras sí que están bastante definidas, hay partes que pueden durar más o menos, según el momento, pero está todo dentro de una forma. Leí en algún sitio, creo que fue en una entrevista de Glenn Jones, que John Fahey no improvisaba. Que los temas los llevaba bien atados a los conciertos. Pero lo que sí hacía era variar el tempo, las repeticiones o jugar un poco con la estructura. Estas variaciones de tempo, jugar con el fraseo, era algo que hacían muchos músicos de la música de antes de la II Guerra Mundial en EE.UU. En el caso de Jack Rose, tampoco te puedo hablar con seguridad, pero escuchándole, yo creo que usaba un poco la improvisación como yo, bueno, mejor dicho, yo hago como él. Su forma de estructurar los temas me ha influenciado mucho. Al igual que Fahey. Me gusta prestarle mucha atención a la estructura del tema. Algo que hacían los dos y que me gusta mucho es tener temas con estructuras muy típicas de estrofa y estribillo; y otros con desarrollos más complejos incorporando formas de la música clásica o india. Glenn Jones es otro maestro en eso. Contestando más a tu pregunta: la improvisación para mí es un elemento esencial, pero combinándola con formas reconocibles.

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Te has planteado colaborar con otros músicos en otros formatos? Poco antes de empezar como Isasa recuerdo que me comentaste que habías estado tocando con gente.

 Sí, bueno… Esa puerta siempre está abierta. Lo que pasa es que por falta de tiempo no podría comprometerme a formar parte de otros proyectos. Antes de empezar como Isasa, sí que hubo algún intento de montar algún grupo como dices. Pero al final nada cuajó. Es muy difícil con estas edades encontrar tiempo para poder ensayar, los horarios laborales, los niños…Todo eso.

El año pasado La Castanya reeditó todo el material editado por A Room. Visto con la perspectiva que dan los años, ¿cómo valoras lo que hicisteis como grupo? ¿Cómo compararías la escena independiente de aquellos años con la de ahora?

La reedición de A Room fue una gran alegría para mí. Fue un proyecto que llevó varios años con momentos en los que parecía que al final no iba a salir incluso… Así que que saliera todo bien fue un gran momento para mí. A la vez también fue como cerrar una etapa, por fin se editaban los temas nuestros últimos temas que nunca llegamos a grabar en estudio. Les estoy muy agradecido a Albert y Joan Guàrdia, los capos de La Castanya, por todo el entusiasmo y el trabajo que pusieron.

Aviso que mi valoración es completamente subjetiva. Yo no entro en si fue importante a nivel musical o si ha tenido repercusión en lo que ha venido después. Sí que le daba vueltas a esas cuestiones en su momento y las consideraba importantes, pero desde que he sabido ponerlo todo en su sitio y hacer las paces con ese periodo de mi vida, lo que cuenta es lo importante que ha sido para mí y ya no tiene tanto peso lo que piensen los demás para sacar algo en claro de todo aquello.

A mí lo que hacíamos me gustaba entonces y me sigue gustando ahora. Pasé varios años sin escuchar los discos y cuando estábamos preparando la reedición lo volví a hacer. En esos temas hay tantos recuerdos, tanta gente que conocí (tú por ejemplo, Miros)… Tantas vivencias. Me hace feliz pensar en lo que hicimos musicalmente, sobre todo cuando me encuentro con gente que se sigue acordando del grupo y me comenta cuánto le gustaba A Room o que nos vio en directo en no sé dónde. Una vez, trabajando en la Biblioteca, muchos años después de que nos hubiéramos separado, se me acercó un chaval y me preguntó si yo era el guitarrista de A Room With A View. Imagínate, en mi vida hubiera pensado que me iba a pasar algo así. Luego el tío me contó que en concierto nuestro conoció a una chica con la que estuvo saliendo varios años… En fin, en A Room yo aprendí lo que significa tener un grupo con todas las consecuencias, las buenas y las malas. Fue para mi Universidad, mi conservatorio, mi primera novia y todo eso aderezado con la intensidad de un momento de mi vida en que la música lo era todo para mí. Tocar con músicos tan especiales es algo que me marcó. Los primeros ensayos, la emoción que teníamos cuando empezamos, no sé, es indescriptible… Me considero afortunado de haber podido tocar con ellos. Pero no todo es color de rosa y en mi caso tuve que pagar un precio muy alto a nivel personal. Pero eso es otra historia.

¿Qué músicos, canciones, libros o comics te han inspirado a la hora de hacer música? Y a nivel ético, ¿cuáles son las experiencias que más te han marcado?

Como ya bien sabes, por las conversaciones que hemos tenido, discos y músicos que me han marcado hay muchos. Me voy a limitar a unos pocos que creo que tienen que ver con el momento en el que estoy ahora:

Glenn Jones – The Wanting

Para mí es un disco imprescindible. Antes de descubrir a Glenn Jones, ya escuchaba a John Fahey, pero no fue hasta que escuché este disco que me di cuenta de las posibilidades expresivas del American Primitive. Luego descubrí a Jack Rose siguiendo la pista de Glenn Jones. Todo esto ha tenido un impacto en mi comparable a cuando tenía 20 años y descubría a Sunny Day Real Estate, Karate, Texas is the Reason, etc…un reseteo mental muy importante. Cualquier cosa que pueda decir de este disco, se queda corta.

Andrew Hill

Andrew Hill es un pianista de jazz ya fallecido. Sacó varios discos en la época dorada de Blue Note (finales de los 50 y principios de los 60) con grandes músicos como Freddie Hubbard y Eric Dolphy. Siempre jugueteando con la música contemporánea y el free jazz. Estuvo activo hasta que falleció en 2007. Su manera de armonizar las melodías es muy característica, sus acordes tienen muchos matices sin ser sobrecargados. En los temas que tiene en solitario, surge un espacio entre nota y nota, un suspense entre lo familiar y lo impredecible, que hace que el tiempo se detenga. Eso me pasa también con The Van Pelt. Ese espacio, ese suspense, es lo que a mí me gustaría llegar a conseguir algún día. Estuve en un concierto que toco en formato trio y ha sido uno de los mejores conciertos que he visto en mi vida.

Bruce Springsteen- Darkness On the Edge of town

La oposición a la idea del punk de la eterna juventud y seguir viviendo de la misma manera que cuando tenía 16 años y por eso soy auténtico… ¿Qué es ser auténtico? La cuestión es que te encuentras con 30 tantos sin trabajo, sin una profesión, y piensas… ¿Quién soy? ¿El que yo pensaba que era cuando lo único que me preocupaba era tocar o irme patinar? Los sueños de mi juventud fueron una losa muy grande durante mucho tiempo.

Para mí ese disco habla de eso…De mirar más allá de tus sueños y aceptar que las cosas no son como pensabas que iban a ser. Y llegados a ese punto intentar construir tu pequeño refugio. Y sin derrotismo, sino con la intención de ser honesto contigo mismo. No sólo me di cuenta de que el tiempo pasa, también acepté que el tiempo se acaba. Si no me voy a tocar ahora a tal sitio, quizás mañana ya no pueda. La voluntad es lo que cuenta, la fuerza de la voluntad que es consecuencia de soltar tus fantasmas y mirar cara a cara a lo que quieres hacer en la vida. Y ojo, para nada mi intención es sonar grandilocuente, en mi caso lo que quiero hacer es salir a tocar y ser mejor guitarrista, pero para otros puede ser cualquier cosa: hacerse vegano, aprender a coser pañales de tela para sus hijos o apuntarse a la Asociación de Vecinos de tu barrio, ¡yo qué sé! En resumen, dejarse de tonterías y ponerse manos a la obra. La inspiración que me da este disco no es tanto musical (aunque tiene guitarras que me flipan) sino personal: hacer música que refleje el momento que estás viviendo, los amigos que tienes, las contradicciones del día a día. 

Y libros… Bueno está La Fortaleza de la Soledad de Jonatham Lethem, que descubrí por recomendación del escritor Jordi Sanglas. El último tema de mi primer disco lo titulé así. Pero voy a salir del armario y reconocer que me gustan los libros de autoayuda. No todos claro, pero los que son buenos, me gustan mucho. Uno que fue mi libro de cabecera durante mucho tiempo How to Get Control of Your Time and Your Life de Alan Lakein, perfecto para cuando necesitas que te pongan en vereda y aprovechar el tiempo. Se lo suelo recomendar a mis amigos, y suelen pasar de mí.

A nivel ético te podría decir Fugazi, en especial su documental Instrument me marcó, pero lo que más he vivido de cerca y más impacto ha tenido para mí es hacer carretera con Aina. El compromiso que mostraban en cada concierto, lo abiertos y cercanos que se mostraban con la gente que les organizaban los conciertos y con la gente que iba a verlos… Para mí, creo que la clave está ahí, en el compromiso y mantenerlo por encima de las circunstancias. Que haya poca gente, que el sonido sea lo malo que sea, hayas hecho los kilómetros que hayas hecho… Por encima de todo eso, mantener el compromiso con tu forma de ver las cosas y tocar lo mejor posible. Esta actitud no es única de Aina, está claro, pero con ellos fue con quién la viví de cerca por primera vez. Me he dado cuenta que esta actitud la tienen muchos músicos a los que admiro. Miles Davis, John Coltrane, Jack Rose… Miles Davis lo llamaba algo así como «tocar como si fuera el último concierto de tu vida”, o como me dijo Harmen Franje, un gran pianista holandés: “¡Toca y muéstrame por qué haces música!”

La tercera o cuarta vez que tocamos con Aina, fue en Murcia, en Mazarrón. Y no vino nadie. Cuando digo nadie es tal cual. Estaban los camareros, los dos que organizaban el concierto, nosotros (A Room) y ellos. Nosotros andábamos de bajón y hablando con Titi, nos dijo que no importaba que no hubiera ido nadie, que el equipo estaba montado, que nosotros estábamos allí y que eso era lo que contaba, que había que tocar. Recuerdo el bolo de Aina, vibrante, tocando solo para nosotros cuatro y los dos organizadores (y el sitio era bastante grande por cierto) y me sentí muy afortunado de estar ahí. Nadie fue a ese concierto, pero yo me acordaré de él toda la vida. Yo ahí tenía 21 años. El primer tema del nuevo disco se llama “Aina” es mi particular manera de agradecerles muchas cosas.

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¿Qué bandas/músicos recomendarías de entre las que hayas coincidido estando de gira? ¿Y qué sitios para tocar te han gustado más? ¿Algún concierto realmente especial?

Negro, una fuente de inspiración para mí… Oír su segundo disco y verle a tocar en directo antes de empezar a tocar yo en solitario, fue un antes y un después.

Fajardo, hemos tocado varias veces compartiendo cartel. Tocamos juntos en “El Pueblo” en Orense y aquello fue de otro planeta. Yo no podía dejar de llorar en cada tema suyo. Y de repente tuve un momento de película en plan “claro, por eso estamos aquí”, un momento en el que todo cobra sentido y la intensidad de lo que estás escuchando te sobrecoge… Para mí Fajardo en un artista que llega a sitios con los que otros solo podemos soñar.

Borealis, gran guitarrista asturiano. Su primer disco Tumba para un caballo cojo fue mi sintonía diaria durante unas cuantas semanas. Hemos tocado juntos también, tres o cuatro veces. Para mí es alguien de quien aprender mucho. No solo a nivel guitarrístico sino también a nivel artístico. El calado emocional que tiene su música siempre me ha impresionado mucho. Admiro su valentía al afrontar su proyecto. Hace temas de 15 minutos con partes repetitivas y no duda en tocarlos en directo sin buscar la aprobación del público (a mí siempre me asaltan las dudas con mí música, ¿la gente se estará aburriendo?, ¿este tema es demasiado largo?, etc.)

Sobre los sitios… Por suerte, ¡puedo decir que muchos! La Faena II en Madrid, sin lugar a dudas, por ejemplo. Si voy a tocar ahí, sé que va a ser un concierto especial. La atención con que te escucha la gente, el ambiente que se crea… Otros sitios que me gustan mucho son El Liceo Mutante (Pontevedra), La Nave 1839 (A Coruña), Arrebato (Zaragoza), Rincón Pío Sound (Don Benito)… Casi me olvido pero no puedo dejar de mencionar “20 Sacos” en Las Palmas de Gran Canaria… Es una suerte que existan todos estos sitios, te reciben con los brazos abiertos y si no existieran, gente como yo lo tendríamos muy complicado para tocar en directo. Es un cambio que noto con los años 90. Ahora hay un circuito de salas mucho más estable que antes.

Conciertos especiales… Hay dos muy importantes: cuando teloneé a Tom Kovacevic y a Micah Blue Smaldone. A Micah le había visto antes tocando en La Faena y fue una experiencia reveladora. Todavía no conocía a Glenn Jones y fue el primer guitarrista que vi que tocaba fingerpicking y tenía ese tono triste y lento que siempre me había gustado de grupos como Codeine o Karate… ¡y solo con guitarra y voz! Telonearle fue un gran momento. El otro fue teloneando a Geoff Farina en Alicante. El concierto fue en unos depósitos de agua construidos en las rocas por los musulmanes. En un museo del agua. Sin amplificar con una reverb natural flipante. Me sentí como un músico de verdad, con la gente tan atenta y receptiva. Y el concierto de Geoff fue sencillamente increíble.

¿Qué diferencias podemos encontrar entre el nuevo disco y Las Cosas? ¿Planteas conscientemente un concepto distinto para cada disco o simplemente reúnes las canciones que has estado haciendo durante este periodo de tiempo en concreto?

Buena pregunta… Los dos discos tienen un concepto distinto, es verdad, pero no es consciente, sino que surge del momento en que he compuesto los temas. Yo hago lo que dices, reunir las canciones que he compuesto durante un periodo. Las de “Los días” son las que he ido componiendo desde que salió “Las cosas”. Luego, veo que tienen algo en común y eso da un concepto al disco. Los temas de “Las cosas” son más inmediatos, están compuestos en un momento que el que yo lo que quería era tirar para adelante, hacer cosas y no dejarme intimidar por mis miedos e inseguridades. El segundo disco “Los días” ya no es así. Tiene algo de eso también, pero los temas tienen otra energía más reposada, más reflexiva. Los temas miran más para adentro y reflejan más mi manera ver la música. No solo están compuestos en dos momentos vitales completamente distintos, sino que en este tiempo mi técnica ha evolucionado, y también influye mucho en el resultado. Tengo que decir, que aunque mi primer disco a veces me suena un poco precipitado, estoy muy contento de los dos. He tenido la suerte de poder salir a tocar muy a menudo con el primero. Espero mantener el ritmo con el segundo, si se puede.

Fotografia de portada de Maria Eugenia Serrano. 

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Manel Peña (Barcelona, 1974)

Trabaja en una biblioteca y antes fue maestro de primaria. Ronca cuando duerme y le gusta la tortilla de alcachofas. Practica regularmente yoga y pilates. En su momento llegó a ver a Aina unas 76 veces y hacía un fanzine a mediados de los 90 llamado Miroslav Mecir. También colaboró con el Absolut zine y ha perdido montones de dinero organizando conciertos. Sus tres bandas de Dischord favoritas son Lungfish, No More Lies y Faraquet.