Flyingpigmatanza

Marcos Martínez, compositor principal de Flyingpigmatanza, empezó a escribir canciones al piano cuando su anterior banda (en la que él tocaba la batería) cesaba sus actividades. Qualude -con un disco (El orden de las cosas) publicado en Bcore- marcaron un antes y un después en la escena independiente de Alicante, con una lograda combinación de sonidos experimentales cercanos al post-rock y atmósferas opresivas y cargadas de tormento. Las composiciones de su nuevo proyecto adquirieron desde un buen principio un tono mucho más luminoso y melódico, apuntando a referentes muy alejados de los parámetros por los que siempre se movieron Qualude. Borrón y cuenta nueva.

A principios del 2008, Marcos decidió unir sus esfuerzos con otros músicos de la zona y así es como entró en contacto con Hector Bardisa (batería, también en el grupo de Ainara Legardon) y Miguel C. De la Fuente (bajo), a quien ya conocía de sus días en Qualude. Juntos dieron forma a las canciones que aparecieron en su primer EP, autoeditado por la banda, que lleva por título el nombre del grupo (una oscura referencia a los videojuegos Arcade de los ochenta). El sonido de Flyingpigmatanza se presenta en estas seis canciones certeramente definido, con la frescura y el brillo característico de los grupos que empiezan su andadura. El formato del grupo potencia el trabajo de las melodías vocales e instrumentales de Marcos Martínez, estableciendo un marco estilístico realmente sugerente e inspirado, lleno de referencias a grupos de los ochenta como The Cure, Golpes Bajos o Tears For Fears. Fue una verdadera lástima que el grupo y su primer EP (con canciones redondas como Piedras en el camino) se movieran bajo el radar con una distribución y presencia en los medios realmente modesta (algo que previsiblemente cambiará con su presencia en Bcore).

Su primer largo, Los Buenos Momentos, grabado en directo en el salón de una cabaña aislada en la Sierra de Aitana (Alicante), no se aleja -afortunadamente- demasiado del camino iniciado por el grupo en su EP homónimo: pop directo y sin florituras con la mirada puesta en referentes de los ochenta. A su buen olfato melódico y falta de complejos a la hora de componer el trio ha añadido cierto músculo que le da mayor empuje al conjunto, con canciones como Inocentes que empiezan con una vibrante introducción instrumental in crescendo. Por supuesto también hay espacio para la luminosidad pop a la que nos tenían acostumbrados (Inercia) y para medios tiempos de tonos más claroscuros que permiten que el oyente centre su atención en las emocionantes y cuidadas letras del grupo (Eramos fuego). Canciones con poso melancólico que despiertan el ánimo y que alimentan un espíritu positivo, retratando la condición humana desde una perspectiva constructiva. Globos que se llenan de buenas vibraciones y que nos llevan de paseo por las nubes durante un rato; postales como las contenidas en Los Buenos Momentos no abundan.