doss

Para quien se perdió su álbum de debut After the wild rush… waiting (Humo/Everlasting, 03), Doss han sido, en los últimos años, uno de los grupos más significativos y comprometidos del underground madrileño. Ex-miembros de Psilicon Flesh y Pleasure Fuckers entre otros, su militancia, no tan solo en lo estrictamente creativo, en un subsuelo madrileño tan rico como desconocido, les ha situado siempre en una respetada y admirada posición, seguramente gracias a su buen hacer, su elegancia y su buen gusto musical. Así pues, tras años de dosificados conciertos junto a figuras independientes internacionales como The Dismemberment Plan, Enon o Babes in Toyland, o a tesoros nacionales como Audience, Nueva Vulcano o Akauzazte y aquél aclamado debut de 2003, doss se plantan en Barcelona con su segundo disco, Egometrie, coeditado por BCore y por su propio sello, Humo Items, y producido por el propio grupo y Javier Ortiz en el Estudio Brazil de Madrid, base de operaciones de la asociación cultural Famelia, que forman junto a Ainara LeGardon, Decapante, Rosvita y Näuta.
A nadie le resulta fácil definirles musicalmente. Y no porque su propuesta sea extremadamente ecléctica o especialmente compleja o alocada, sino porque son de esos grupos que no asumen más directrices en su música que la que marque su particular y circunstancial relación con los instrumentos musicales. Ese rasgo les sitúa lógicamente en el campo de lo que solemos llamar post-rock, pero en su caso no nos podemos conformar con eso. Por varias razones, entre ellas la presencia de un cantante que da un sentido de canción a sus composiciones, aunque su función no sea la de edulcorar su espíritu sino endurecerlo y ampliarlo sónicamente, un pasito más allá de dónde pisan Shipping News o cerberus Shoal. Tambien por una afinidad por un género tan inédito en la escena post-rock como el dark-wave y, en general, los sonidos industriales y siniestros que Killing Joke o The Cure tanto usaban. Y por su base emocional, que a ratos les acerca a Karate, que les vincula directamente con sus más claros precedentes, A Room With A View, y que no les distancia mucho de Sonic Youth a ratos ni de Engine Down en otros. En conjunto, pues, una de las propuestas más concienzudas, ricas en influencias, intelectualmente excitantes y musicalmente profundas que hemos descubierto en Madrid en los últimos años.