Damien Jurado

No se puede hablar de los cantautores urbanos fundamentales de los últimos dos lustros y no mencionar a Damien Jurado. Su folk-rock sentido, dolido y al estilo del noroeste estadounidense está abonado a los parabienes de los medios especializados casi desde el principio de sus tiempos. Hablamos del último aliento del siglo pasado. Porque si bien su debut, Waters Ave S. (1997) no impactó como un meteorito, si lo hizo ya se segundo trabajo, Rehearsals For Departure (1999). Ambos se publicaron en el sello de Seattle Sub Pop, del que fue el cantautor santo y seña hasta su fichaje por Secretly Canadian en 2003, discográfica de Indiana en la que también ejerce el mismo rol. Que su estado de forma e inspiración va a más con los años lo demuestra con cada paso. En 2009 giró intensamente por España con su disco más personal, Caugth In The Trees, en el que cambió la tercera por la primera persona a la hora de contar historias. Un retrato confesional con las carnes abiertas que se alzó con triunfos inapelables en festivales como Primavera Sound y Tanned Tin. Revalorizado su estatus y reinventado su enfoque compositivo, en octubre de 2010 visitó de nuevo la Península con el noveno trabajo de su carrera, Saint Bartlett, una vuelta de tuerca valiente y sorprendente que Jurado calificó como pop experimental orquestal. Grabado en solo una semana y con Richard Swift en labores de producción -casi spectoriana comparada con el entorno espartano que suele acompañar a Damien-, significó un paso grandioso, que, de la mano de una especie de álter ego místico, vertía luz sobre rincones que siempre había mantenido en penumbra. Tan contento quedó que ha seguido por esa senda, acentuando aún más el lado psicodélico de su folk, en el álbum Maraqopa, que publicará en febrero de 2012 y en el que Swift ha vuelto a ser su mano derecha durante la grabación.